Con el tiempo he aprendido
que no existen los finales
felices, que las personas
se van cuando les
conviene.
Que la eternidad puede
durar un segundo, y
que un juntos por siempre
no siempre es juntos.
Ni dura siempre.
Que a veces
te tortura el olvido,
la soledad acaricia tu cara,
te limpia las lágrimas,
pone su mano en tu pecho
y congela tu alma.
Se burlan de ti las promesas,
porque no pudiste alcanzarlas.
Y esa maldita traidora
de la mentira confunde tu
mirada.
Llega la desconfianza
y te susurra mil formas en las
que te destrozaran al oído.
Y es entonces cuando dejas
de amar con el corazón
y se lo dejas a la razón.
que no existen los finales
felices, que las personas
se van cuando les
conviene.
Que la eternidad puede
durar un segundo, y
que un juntos por siempre
no siempre es juntos.
Ni dura siempre.
Que a veces
te tortura el olvido,
la soledad acaricia tu cara,
te limpia las lágrimas,
pone su mano en tu pecho
y congela tu alma.
Se burlan de ti las promesas,
porque no pudiste alcanzarlas.
Y esa maldita traidora
de la mentira confunde tu
mirada.
Llega la desconfianza
y te susurra mil formas en las
que te destrozaran al oído.
Y es entonces cuando dejas
de amar con el corazón
y se lo dejas a la razón.
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